Todo en esta tierra necesita algún tipo de fuente de energía para mantenerse en movimiento. Estas cosas se pueden detener en algún momento. Cuando entramos en el mundo espiritual, el movimiento perpetuo se convierte en una realidad. Dios siempre está en movimiento, Su reino está avanzando constantemente, y nada en el cielo y la tierra puede detener la progresión de Su plan soberano. Él es el Dios imparable cuya gloria sigue y sigue por siempre.